Respecto al partido frente al Valladolid, que comencemos siempre los partidos con la "caraja" a cuestas es harto conocido, muchos son los goles encajados en liga durante el primer cuarto de hora del partido y eso exclusivamente está en el debe de Valverde. Tras un calentamiento riguroso, el equipo debería afrontar los partidos con predisposición, garra, tensión y no con la habitual parsimonia del que sabe que aun queda mucho tiempo por delante y que cualquier traspiés prematuro es salvable. Muchos partidos se remontaron en esta situación, pero el domingo no fue el caso.
No jugaron ni Kameni, ni Jarque, ni De la Peña, ni Riera... y finalmente resultaron excesivas las ausencias de pesos pesados. Un par de suplentes en el equipo habitual no se nota en exceso, pero cuando el número es mayor los engranajes no funcionan igual, cuestión de presupuesto.
El error de los dos centrales, Lacruz y Torrejón, en el primer gol es indigno de profesionales de primera división. Especialmente el de Mari, que tiene los huevos pelaos de tantos partidos disputados. Ni jugada ensayada ni leches; Llorente, un único jugador corriendo frente a 11 jugadores, fue capaz de batir nuestra portería más rápido que Ben Johnson dopado correr los 100 metros.
La estocada fue tan certera, que en toda la primera parte el equipo ya no se recuperó, no dio una a derechas y comandado por un entusiasta pero negado Moha realizó la peor primera mitad del campeonato. El Valladolid tan solo necesito un poco de empuje y un hiperactivo LLorente para dejar prácticamente el partido sentenciado.
La segunda parte con la salida de Jonathan y con un poco de vergüenza torera por parte del equipo se logró recortar distancias mediante Torrejón y encerrar en las postrimerías del partido al equipo pucelano en su área pero sin éxito